«Querida Dely»

En letras de molde vió escrita su nombre.

Le indicaron que por la radio habían anunciado que tenía una carta.

«Querida Dely»

Volvió a repasar las letras de molde. Nada había respondido al anuncio de que su nombre se difundió por la radio. Corrió a su casa, nerviosa, ensimismada. No veía a nadie.

“Mírenla… apenas dicen su nombre por la radio y se hacen de Ias que no conocen”. Pensaban los vecinos al verla cruzar Ias calles. Encendió su pequeño receptor, manipuló el dial para la única radio que podía captar. Eran siglos.

La carta dice:

«Que nunca se olvidará, que siempre estará presente en su pensamiento».

Gritaba en su pecho, no escuchaba su propia voz.

«Que derecho tienen de leer mi carta. Con que derecho abren mi carta”

En aquellos rnomentos se pasaba la novela del momento.

«Querida Dely»

No podía seguir. En su pensamiento, por la radio se repetía constantemente: “La señorita Dely de la colonia … tiene carta en nuestros estudios».

Un precioso sobre, debe contener algo valioso, una gran esperanza.

Sosegada ya… Dieron el último episodio de la novela y, luego, parsimoniosamente dijeron:

“Atención, amables radioescuchas, a continuación mensajes para las colonias y comunidades de la zona”.

Dely, en su interior repetía «Dely tiene una carta».

Y luego, de varios otros mensajes, indicaron que Deiy y otras muchachas tenían cartas en sus estudios.

«Querida Dely»

Se había lanzado a las calles a toda velocidad.

Tomó la movilidad que le llevaría a recoger su carta. Cómo tardaba. Eran siglos. Enorme la distancia del trayecto.

«Querida Dely»

Miró en torno suyo. Quizo saber si había alguien espiándola. Le habían anunciado por la radio.

Tres sombras se aproximaron. No quería que nadie supiese de su carta. Que nadie se enterara de su contenido. Le enviaron solamente a ella.

«Querida Dely»

Las sombras se colocaron a sus espaldas, Mardi, Rugy y Matin. Leían su carta, todo íntegro, no se perdieron una sola letra. Le habían descubierto.

Tenía su carta, quizo doblarlo; se le habían entumecido las manos. Los otros leían, leían. No podía alejar su carta de la vista de los otros, al fín Io logró, dobló su carta. Su carta y el contenido ya habia dejado de ser su secreto. EIla aún no había leido, tan solamente:

“Querida Dely»

Huyó con su carta, despavorida, alcanzó a escuchar:

¿Dely, quién te manda esa carta?

Era Nardy, burlona, interesada por el contenido de la carta.

En su pensamiento, la voz de Rugy y Matin, repetían:

“Ya Io sabemos.”

Dely, gritaba interiormente «si ya lo saben por qué me lo preguntan, que más quieren saber. No, no leerán mi carta, es solamente para mí».

«Querida Dely»

Como monstruos, como siniestras sombras se le aproximaron los tres. Le arrebataron su carta.

Lloraba. Paralizada, no podía hacer nada; gritaba inutilmente. Nadie le escuchaba.

Ellos se repartieron la carta, recortaron letra a letra con sus filosas uñas. Todo. Hecho mixtura se la devolvieron. Quizo volver a juntarla, unir las letras para enterarse del contenido. Las tuvo en sus manos, las quizo volar al viento. Tan solo

«Querida Dely»