Redescubriendo a Carlos Rangel: “Él predijo lo que hoy pasa en Venezuela”
By: Pedro García Otero – Ene 19, 2017, 2:28 pm
Carlos J. Rangel, hijo de Carlos Rangel, el intelectual liberal venezolano, señala que las ideas liberales están bajo ataque en todo el mundo.
El pasado sábado se cumplieron 29 años del fallecimiento de Carlos Rangel, uno de los pensadores liberales más importantes de América Latina y, sin duda, el más importante de Venezuela. Denostado en su tiempo (su primer libro, Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario, fue quemado en 1977 en la Universidad Central de Venezuela), Rangel ha ido alcanzando una estatura mítica como visionario y como hombre que tenía razón, al punto de que en esa misma universidad funciona hoy la Cátedra Carlos Rangel, dedicada al estudio y divulgación de sus tres grandes libros: “Del Buen Salvaje…” El Tercermundismo y Marx y los Socialismos Reales y Otros Ensayos, además de sus discursos y sus artículos de prensa. (Escuelita Itinerante dispone de los tres libros en versión digital. Se envía a solicitud por email a escuelitaitinerante@gmail.com )
PanAm Post conversó con Carlos José Rangel, hijo del intelectual y analista económico y político, quien, aunque reside desde 1992 en Estados Unidos, sigue de cerca los acontecimientos de Venezuela, no pierde su acento caraqueño y por supuesto, dedica buena parte de su tiempo a impulsar la visión de su padre: ser liberal es mucho más que ser de izquierda o de derecha, y en definitiva, las sociedades que se acercan al ideal liberal son las que dan mayor felicidad a la suma de sus ciudadanos.
Esta semana se están cumpliendo 29 años de la muerte de Carlos Rangel, su padre. En los últimos años, ha habido en Venezuela un debate público sobre los libros de este intelectual, que en su momento fueron denostados y hasta quemados en la Universidad Central de Venezuela; como albacea de su obra, ¿cómo percibe este debate?
La obra de mi padre, efectivamente, fue muy criticada, pero afortunadamente, fue escrita en una época en la que, a su manera, las ideas eran más aceptadas como parte del diálogo político, tanto en Venezuela como en el mundo. Hoy vivimos en un tiempo en el que dar una opinión es un problema porque le pegan un palo por la cabeza a uno con mucha frecuencia.
En ese tiempo, por supuesto, también; él dio su opinión y hubo muchísima gente que lo insultó, lo criticó, trataron inclusive de prohibir sus ideas; pero hubo también en ese momento, inclusive, gente que uno hoy en día pensaría cómo fue posible que hubiera hecho esto, que les dio difusión, porque había un ambiente mucho más democrático, mucho más abierto al diálogo.
Desafortunadamente hoy vivimos un tiempo en el que pareciera que el diálogo estuviera prohibido, y hay que intentar recuperarlo, sin lugar a dudas.
Curiosamente, la obra de su padre la pública Monte Ávila Editores, que era una editorial del Estado. Muy a pesar de lo criticada que era la democracia venezolana de los 70 y 80, le dio difusión a ideas totalmente diversas e incluso contrarias a lo que era el pensamiento político predominante de los Gobiernos de la época
Así es. Inclusive se publica en una monografía con el Ateneo de Caracas, una introducción del Manifiesto Comunista, una introducción que se llamaba Marx y los Socialismos Reales. Publicada también por el Estado, terminó siendo una obra muy importante de Carlos Rangel. Ese tipo de situaciones, hoy en día, prácticamente no se ven.
Los que hoy gobiernan Venezuela parecen una combinación de “buenos revolucionarios”, “socialistas reales” y “tercermundistas”, haciendo un compendio de los tres títulos principales de los libros de su padre, todo aquello contra lo que advirtió Carlos Rangel.
Releyendo entre líneas y revisando nuevamente la obra completa de Carlos Rangel, esta situación queda casi predicha. Porque la situación de hoy en día es una consecuencia, no es una aberración, de lo que venía sucediendo desde los años 70, donde Venezuela empezó a hacerse cada vez más adicta al capitalismo de Estado y al paternalismo de Estado, y al populismo, que eventualmente llevaron a lo que estamos viviendo hoy en día. Él peleó contra eso en cada oportunidad que tuvo para dar su propia opinión y difundir sus propias ideas, explicando el amiguismo, el clientelismo, el mercantilismo, lo que representaban; señalando que ese camino, en Venezuela, era el camino equivocado, no era el que llevaba al desarrollo. Lamentablemente, lo que predijo, básicamente, se ha cumplido.
En estos días, releyendo La Tentación Totalitaria, de Jean Francois Revel (un libro que también acaba de cumplir 40 años), sorprende la mención que hace Revel de Rangel, señalando, además, que su obra solo es posible en una Venezuela que en aquel momento era casi la única democracia de la región y un país enrumbado hacia el desarrollo. ¿Cómo se vive esto desde la memoria de su padre, hoy, y desde el exilio? Porque salir del país propio, así sea por una elección personal, sigue siendo un exilio, sobre todo tomando en cuenta el contacto que usted mantiene con Venezuela.
Sin lugar a duda es una vida de exilio. Uno hace una vida, en sus años formativos y en sus primeros años como profesional, en el país donde uno está; y el país en el que yo estaba era Venezuela. Mucha gente que fue a Venezuela en sus años de formación, de muchos otros países, se convirtió en venezolana. Eso es lo que la nacionalidad; lo que uno vive cuando uno crece y se forma. A mí me duele mucho Venezuela, a pesar de que llevo muchos años viviendo acá he mantenido relaciones y he trabajado con empresas venezolanas, he hecho capacitación en Venezuela en el pasado, ya no se puede y mantengo familia y amigos allá, que me duele la situación en la que viven y sufro mucho cuando me dicen lo que están pasando.
Hablando de Revel, hay que recordar la frase de Churchill, quien decía que la democracia era el peor sistema político con excepción de todos los demás, y en particular, porque mantiene dentro de sí misma las semillas de su propia destrucción. En Venezuela, la sociedad de la mal llamada Cuarta República, que no me gusta llamarla así, pero aprovechemos la tontería retórica, pero en las décadas de los 60 y 70 se formuló la idea de la protección de las minorías y la representación de las minorías, cosa que a mí me parece sumamente válida, pero hubo quienes aprovechándose de esa circunstancia mantuvieron una posición antagónica contra la democracia desde dentro de la democracia.
Esa semilla se mantuvo, tanto dentro de los partidos políticos como dentro de ciertos sectores de los cuarteles militares. Chávez era un ambicioso de poder que dentro de los cuarteles generó inquietudes, y no fue sino hasta el último momento que decidió por la izquierda y no por la derecha. Él lo que quería era mantener el poder.
Es el único expresidente venezolano cuyos hijos viven como plutócratas. Ha sido el más corrupto de todos los presidentes venezolanos. Los hijos de Carlos Andrés Pérez, de Jaime Lusinchi, de Luis Herrera Campins y de todos los expresidentes venezolanos viven como clase media o algo peor en este momento. Y eso era, simplemente, porque sus padres eran presidentes democráticos.
La democracia es frágil. Jean Francois Revel tenía razón en argumentar que Venezuela tenía el potencial para convertirse en un país desarrollado y una gran democracia. Lamentablemente, los enemigos internos de la democracia, aunados al populismo y al mercantilismo usados por los propios demócratas para mantenerse en el poder, llevó a una combinación de factores que han producido esto que tenemos hoy en día.
¿Usted atribuye el interés actual por la obra de su padre justamente a “esto que tenemos hoy en día”, o hay algo más, algo que nunca se ha perdido?
Yo he tratado de entender el interés por las ideas y los planteamientos de Carlos Rangel, porque no me parece que sea únicamente por las circunstancias y cierta nostalgia que vive Venezuela hoy en día. La razón de ser de la vigencia de Carlos Rangel es porque él realizó un diagnóstico sobre las razones por la cual un país con potencial humano y de recursos, no solo Venezuela, sino los de Latinoamérica en general, y comparándolo con otros países que con menos recursos han logrado mayor bienestar económico, no logran ese desarrollo. Lamentablemente a veces es duro escuchar las verdades, pero eso es lo que él estaba tratando de hacer, él trataba de escribir para diagnosticar la enfermedad, las razones por las cuales no se estaba cumpliendo el potencial de Venezuela y de muchos otros países.
Cuando haces un diagnóstico estructural, este es mucho más trascendente que un análisis de coyuntura, que dice que tal persona está yendo por la senda equivocada, o tal persona no sabe de lo que está hablando, o tal Ley no funciona. Es un diagnóstico más amplio que el que se hace de una coyuntura.
Ahora, Venezuela, por supuesto, está viviendo una situación coyuntural catastrófica, sin lugar a duda. Pero el problema no es la situación coyuntural; es el modelo el que está fallando. Mientras haya opositores que piensen que el modelo está correcto y lo que hay que hacer es cambiar a las personas que lo dirigen, eso es un error. Lo que hay que hacer es cambiar el modelo, porque si no estaremos jugando siempre al quítate tú para ponerme yo.
Carlos Rangel (Youtube)
El cambio en Venezuela no solo requiere del cambio del Gobierno actual, con la generosidad de término que esa palabra implica para lo que está ocurriendo; mantener el modelo implica mantener el mercantilismo que ha sumido al país en esta condición, en la que el monarca, sus parientes y amigos disfrutan del botín del poder. Un sistema verdaderamente liberal y capitalista (no pseudoliberal) es el que podría liberar el potencial de los recursos tanto humanos como naturales del país.
¿Por qué le cuesta tanto a las ideas liberales “prender” en América Latina? ¿Por qué un pensador como Carlos Rangel, casi 30 años después de su muerte, sigue siendo un “ave rara” de la intelectualidad latinoamericana, a pesar de que los países que aplican la prédica liberal, más allá de la izquierda y la derecha, le dan mayor calidad de vida a sus ciudadanos?
Es una pregunta muy amplia. No solo en Latinoamérica; a nivel mundial hay un contraataque al liberalismo en general. En América Latina en particular creo que es porque el liberalismo se basa en el potencial humano, en la individualidad de cada persona; y eso es solicitarle una gran responsabilidad al individuo. Muchos individuos sienten que hay una cierta inequidad en tomar esa posición, pero esa política es la que va a llevar a la prosperidad. Ese es un precepto fundamental de las ideas de Adam Smith: Que cada individuo, cuando mejora, tiene un efecto multiplicador sobre la sociedad y la sociedad funciona mejor.
Otro problema es que el liberalismo ha sido muy distorsionado y mucha gente bajo ideas pseudoliberales ha tratado de implementar políticas que en fin de cuentas son de mercantilismo y de amiguismo, y esto lo que hace es incrementar la dificultad de los individuos para desarrollarse en sociedad. Bajo este pseudoliberalismo, muchas veces hay un mercantilismo socialista, en el que los amigos del monarca, sea Fidel, sea Trump, sea quien sea, son los que más se favorecen por las políticas del Estado. Los que quedan desfavorecidos piensan que el liberalismo es una farsa.
En particular, en Latinoamérica, donde existe un alto nivel de colectivismo, la llamada al individualismo es aún más difícil. Es una combinación de una mentalidad colectivista con un falso liberalismo aplicado lo que hace que en la región las ideas estén desprestigiadas.
Sin embargo, cuando se aplica lo más parecido a una sociedad liberal, esta sociedad prospera mucho más que las sociedades mercantilistas y socialistas. Eso lo ha demostrado la historia.
¿Usted cree que Venezuela será alguna vez un país como el que soñó Carlos Rangel o está eso vedado definitivamente para nosotros?
Mi papá decía que prefería ser pesimista que luego estuviera equivocado a ser un optimista frustrado. Yo sí creo que él pensaba que Venezuela tenía un alto potencial de ser un país exitoso. El problema es que es la definición de exitoso. Un país exitoso es aquel en el que cada individuo que vive en él tiene la oportunidad de desarrollarse plenamente, y el papel del Gobierno es favorecer esas oportunidades.
El Gobierno no puede darle todo a cada quien; cada quien tiene que darse su vida a sí mismo. Como Gobierno, su labor es ofrecer oportunidades. Ofrecer oportunidades significa tener un estado de Derecho, donde todos sean iguales ante la Ley; poder tener educación, que es importante y primordial, tener una base de salud que todo el mundo está de acuerdo con eso; y seguridad física e infraestructura. Por supuesto esto se refiere a los derechos sociales que debe garantizar el estado ante las reconocidas fallas de mercado. Pero el estado por supuesto en casos como el de Venezuela se ha agigantado y apropiado de áreas dentro de estos derechos, en vez de garantizar que existan. Es una distorsión de principios.
Pero yo sí creo que mi papá pensaba que era posible una Venezuela con desarrollo. Y hay suficiente gente y talento, tanto dentro como fuera de Venezuela, como para lograr ese objetivo: lograr el desarrollo para cada habitante, no solo para los de su partido.