El arco de la justicia climática

Por SHERRY REHMAN – Los tiempos 2/12/2015

Independientemente del acuerdo final en París, los negociadores climáticos deben garantizar que las pérdidas acumuladas resultantes de las emisiones globales se distribuyan equitativamente y no constituyan una carga sólo para quienes sufren los mayores perjuicios

ISLAMABAD – Por una dolorosa ironía del cambio climático, las personas menos responsables del problema a menudo son quienes más expuestas quedan a sus estragos. Y si hay un país víctima de esta injusticia climática, ese es Pakistán.

Mientras los líderes del mundo se preparan para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París, Pakistán aún no se recupera de los efectos de las devastadoras inundaciones que dañaron edificios, destruyeron cosechas, se llevaron puentes y mataron a 238 personas.

Estas tragedias relacionadas con el clima no son nuevas para Pakistán, pero sí su frecuencia y ferocidad. Las inundaciones mortales se han convertido en eventos anuales; en 2010, lluvias récord mataron a casi 2.000 personas y expulsaron a millones de sus hogares. Además de combatir en una de las batallas campales más feroces del mundo contra el terrorismo, Pakistán debe hacer frente a un clima cada vez más violento, que está elevando el costo de los alimentos y del agua limpia, amenazando la provisión energética, socavando la economía y planteando una poderosa y costosa amenaza a la seguridad.

Hay pocas dudas de que las tribulaciones climáticas del país se deben, al menos en parte, a las emisiones de gases de efecto invernadero que los países industrializados vienen lanzando a la atmósfera desde los inicios de la revolución industrial. Incluso hoy día, Pakistán produce menos del 1% de las emisiones mundiales. Mientras tanto, este país queda continuamente clasificado entre los más vulnerables a los efectos nocivos del cambio climático, debido a su demografía, geografía y condiciones climáticas naturales.

Entre 1994 y 2013, el cambio climático costó a Pakistán unos 4.000 millones de dólares en promedio. Para dar una idea, en 2012, el terrorismo en Pakistán generó pérdidas de aproximadamente 1.000 millones de dólares. Cuando el país no padece inundaciones, es afectado por sequías –es uno de los que más estrés hídrico sufre, según el Banco Asiático de Desarrollo–.

Y el cambio climático está agravando ambos problemas, derritiendo los glaciares y el manto de nieve que sirven como reguladores naturales del flujo del agua, mientras el aumento de la erosión causado por las inundaciones contribuye al enlodamiento de los reservorios más importantes.

Mientras tanto, el aumento de las temperaturas incrementa la probabilidad de plagas y enfermedades en los cultivos, poniendo en peligro la productividad agrícola y sometiendo a la población a olas de calor cada vez más frecuentes. La elevación de los niveles del mar está aumentando la salinidad de las áreas costeras, dañando los manglares y amenazando las zonas de reproducción de especies ictícolas. Y la mayor temperatura del océano da lugar a ciclones más frecuentes y poderosos, que ponen en peligro la costa del país.

Las perspectivas para el futuro no son menos alarmantes: aumentará el estrés hídrico, habrá más crecidas rápidas de los ríos y agotamiento de las reservas de agua del país. Las proyecciones estiman que para 2040 un aumento promedio en las temperaturas de 0,5°C podría destruir el 8-10% de los cultivos paquistaníes.

El peso de esta carga no debe caer solo sobre los hombros de Pakistán. Hasta el momento, los avances en las negociaciones internacionales de cambio climático han sido, en el mejor de los casos, marginales. Los grupos de presión relacionados con los combustibles fósiles, los gobiernos reticentes en los países industrializados y los electorados desvinculados de estas cuestiones han demorado y obstruido el surgimiento de un acuerdo sólido para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, si bien las expectativas de un avance significativo en la lucha contra el cambio climático en París son optimistas, se debe impulsar una distribución equitativa de los costos del calentamiento global.

A pesar del aumento de la financiación para la adaptación y mitigación climática en los países en vías de desarrollo, la participación de Pakistán se ha mantenido en niveles muy reducidos respecto de los desastres que ha sufrido tan solo en los últimos cinco años. Para 2050, el costo anual promedio de la adaptación al cambio climático en Pakistán será de 6.000-14.000 millones, según la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático. La mitigación costará 17.000 millones de dólares anuales adicionales.

Mientras continúan los terribles efectos del cambio climático, Pakistán no puede permitir que queden sin compensación alguna los miles de millones de dólares que sufren por daños a manos de los mayores contaminadores del mundo.

Independientemente del acuerdo final en París, los negociadores climáticos deben garantizar que las pérdidas acumuladas resultantes de las emisiones globales se distribuyan equitativamente y no constituyan una carga solo para quienes sufren los mayores perjuicios.

Pakistán es uno de los países que menos contaminan el mundo, está entonces en todo su derecho a buscar recursos y fondos para hacer frente a las consecuencias de problemas de los que no es responsable. Este también es el caso de muchos otros países. Nuestra demanda de un mecanismo internacional vinculante para distribuir la carga del cambio climático –un mecanismo para garantizar la justicia climática– no debe ser desoída en París.

El autor ha sido ministro federal de información de Pakistán y su embajador ante los Estados Unidos. Actualmente es senador, vicepresidente del Partido del Pueblo Paquistaní y presidente del Instituto Jinnah.

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