El Gran Tobogan. Cuento.

La geografía de Bolivia a la Creación del mundo.

                                                                                                                 Roman Crespo

Bolivia un tobogan

                                                                                Gran Tobogan

La tierra en la que hoy vivimos, antiguamente era lisa y llana, se parecía a un gran tobogán. Wayra (el viento) era dueño absoluto de ella y con mucho encanto se deslizaba  días y días, otra veces semanas tras semana; otras descansaba; tiempos inmemoriales.

El Gran Tobogán lo constituían, lo que hoy conocemos, como altiplano, valles y llanos. La parte alta, todo semejante al Sajama a más de 6,500 m.s.n.m. Allí un enorme hueco donde Wayra reposaba plácidamente en momentos de descanso. En el Gran Tobogan (tierra dura, fría, incolora) no había signo de vida; solo Wayra, periódicamente, recorría estas tierras. Tampoco había polvo.

Wayra, muchas veces decidió irse para siempre, pero no sabía donde. Era monótomo el ruido que producía al roce de Wayra con la tierra. Wayra no lo escuchaba, se había acostumbrado bastante. Estaba aburrido.

Después de muchos siglos, un día, Wayra  luego de deslizarse varías veces en el tobogan, cansado fue a reposar en su hueco quedándose profundamente dormido. No sabemos cuánto tiempo.

En aquellas épocas se estaba creando la vida en nuestro mundo. Pachakamak el hacedor del Universo había enviado niños (pues tenía niños a su servicio) a los distintos puntos de la tierra para que organizasen la vida. A esta parte de la tierra llegó Pachakutek Niño. Desde la parte más alta observó el maravilloso campo extenso, el Gran Tobogan. Se animó a recorrerlo y así lo hizo varias veces. Luego, se sorprendió del enorme hueco en el que dormía Wayra con un ligero silbido cual si fuera la brisa  de la altura.

Pachakutek Niño, hermoso, de ojos brillantes y viváces. de cabellera negra, con tocado (lluch’u) de variados colores. Camisa y pantalón de color de nubes claras, finamente confeccionados con flores e hilos de oro. Pantalón sujeto con una faja con los colores del arcoiris. Sus pies calzaban abarcas tachonadas de brillantes como las estrellas.

Pachakutek Niño, impresionado del campo liso, luego de observar quedamente se dirigió hacia el enorme hueco, habitación de Wayra. Ya junto a él interrogó por el dueño.

Wayra, sorprendido respondió: es mi casa. Mi nombre es Wayra y estos son mis dominios. Dijo mostrando el Gran Tobogan. A la vez, preguntò: ¿y tú quién eres? Nunca te ví por estas regiones.

Entonces Pachakutek Niño respondió:

Es verdad que nunca estuve por estas regiones. Mi nombre es Pachakutek y fui enviado por Pachakamak, señor absoluto del Universo, junto a otros para que haya vida sobre la tierra.

Wayra, asombrado del niño y de su vestimenta, le dijo:

¿Qué es la vida?

El niño le dijo: ya habrás de ver, cosas que por si mismo pueden cambiar, modificarse, multiplicarse, moverse. Además, tus soplidos no serán tan monótomos como los de ahora, tendrán sonidos rítmicos y será melodiosos. Wayra ante tales explicaciones no hizo observación alguna para que se crease la vida.

Pachakutek Niño, con el consentimiento de Wayra, extendió sus manos y pronunciando palabras que solo él sabía hizo que brotase de la tierra: plantas de las más diversas variedades, cosas diferentes y casas de tamaños entre grandes y pequeñas

Pero, todo lo que había brotado sobre la tierra  era incolora pese a la diversidad de formas, no tenía hermosura.  Pachakutek Niño estaba afligido.

En tanto, Wayra ante tal prodigio quedo entre asombrado y enojado. En su Tobogan habían surgido todo lo ordenado por el Niño dios. Ya no tendría el espacio libre para deslizarse y le dijo a Pachautek Niño:

Todas estas cosas que hiciste brotar no me permitiran un deslizamiento cómodo.

El niño le dijo:

Prueba.

Y así lo hizo.

Los árboles, al deslizamiento de Wayra, como si fuesen  finos instrumentos musicales separaban y cerraban sus hojas y ramas produciendo melodías rítmicas. De los mismos Wayra estaba maravillado. Y para variar más giraba en torno a las plantas ingeniándose movimientos que antes no había hecho, danzaba. Todo era alegría para Wayra y las plantas.

En tanto Wayra y las plantas se divertían  Pachakutek Niño pensaba en cómo darles hermosura. Cómo los habría de distinguir unos de los otros. No eran suficientes sus formas.

Desde lo alto del firmamento Inti, el Sol, observaba las tareas y la preocupación de Pachakutek Niño. Apiadado fue a su presencia y le dijo:

¿Por qué está triste el mandado de Pachakamak? ¿Por qué está triste el constructor de las cosas que ahora hay sobre la tierra?

El Niño dios le respondió:

Si bien, por la voluntad de Pachakamak hice que brotasen todas estas cosas, algo les hace falta: un distintivo; pues  la diversidad  de dimensiones y sus continentes no sus suficientes.

Es verdad, le dijo Inti (Sol): y no por eso deberás de manifestar  esa tristeza, pues en ello debo ayudarte y es mi tarea.

Inmediatamente, después de la conversación, Inti con sus finos pinceles se puso a colorear las plantas que habían brotado sobre el Gran Tobogan: verdes, amarillos, rojos, flores violetas, naranjas, rosadas, sepias, etc. Todo era belleza.

Pasó el tiempo, pese a la hermosura de las plantas, de su belleza, de la armonía vibrante que producía la acción del viento con sus danzas, la vida se fue haciendo monótoma. Ante tal situación Pachakutek Niño no supo que hacer. Wayra, también empezaba a aburrirse. Las plantas agotaban sus energías. El Niño dios fue a Pachakamak y volvió con otras instrucciones.

Vuelto Pachakutek Niño se llegó a la parte más alta y desde allí pronunció mágicas palabras y la tierra se pobló de hombre, mujeres, niños, animales, aves, insectos y diversidad. Los mismos recibieron de parte de Inti el baño de pintura y que al escuchar las melodías producidas por las plantas y el viento se pusieron a bailar.

Con la aparición de los hombres y los animales el mundo parecía estar completo. Los hombres, los pumas, las vicuñas, las llamas, los conejos, los cóndores, las aguilas, las palomas, construyeron sus casas y tuvieron vida en armonía. Todo lo existente tenía su función, las cosas servían para los diferentes menesteres, las casas cobijaban a los hombres y animales. Los árboles, las plantas las hierbas y sus frutos servían de alimento para hombres y animales. Wayra, tambien, participaba de esta vida, con su acción no solamente producía las rítmicas melodías, sino que además refrescaba el ambiente. Eran los tiempos de felicidad en estas tierras. Pachakutek Niño gobernaba sabiamente las vida.

A estas tierras de tanta felicidad, un día llegó khunu, la nieve, y por buen tiempo vivió junto con los otros en este paraiso.

Khuno se hizo amigo de Wayra y ante lejanas añoranzas de éste se propuso restablecer el antiguo orden y poner fin a la maravilla establecida. Además, quiso para si el gobierno de la vida. Más, Pachakutek Niño no se lo permitió.

Khunu en alianza con Wayra, con el propósito de cambiar el mundo gobernado por Pachakutek Niño, hizo caer copiosamente nieve cubriendo las cosas, las casas, los árboles y toda forma de vida.

El Gran Tobogan, liso y llano, fue restaurado. Wayra nuevamente se deslizó sin ninguna clase de obstáculos.

La nieve continúo cayendo, los árboles habían sido aprisionados, las cosas no podían ser movidas, las casas todo cubiertas de nieve albergaban a hombres y animales. Los mismos necesitaban de alimentos, les acosaba el hambre. Empezaron a matar al más débil para saciar el hambre, leones se comieron a vicuñas, aguilas a palomas los hombres lo que podían.

Pachakutek Niño, ante tal situación, desesperado, trataba por todos los medios evitar la catástrofe pero no le fue posible. Observó un campo igual al que había visto cuando llegó.

Nuevamente Inti acudió en ayuda de Pacachutek Niño derritiendo la nieve. Pero, ante tal ayuda, Khunu se encolerizó tanto que provocó tormentas de nieve. De la misma manera Inti, con mayor rigor derretía la nieve.

La nieve derretida convertida en agua corrio sobre la tierra abriendo en principio pequeñas cárcavas, las mismas se fueron agrandando conforme caía más nieve y corría más agua. Las nuevas andanadas de Khunu fueron replicadas con igual intensidad convirtiendo las nevadas en torrenciales lluvias, formando torrentes.

Khuno, se declaró vencido. Tiempo después, Inti despejó totalmente la nieve de sobre la tierra, quedando solamente en las partes más altas algo de nieve.

Terminada la tormenta de lluvia y nieve la fisonomía de la tierra se mostró muy diferente. Quedaron partes altas en cadenas o separadas con algo de nieve en sus cimas, constituyendo las cadenas montañosas de Occidente y Central, en medio de los cuales quedó el altiplano, más abajo, quebradas formadas por la corriente del agua,  los valles y los Yungas. Algunos sitios se hudieron  en los que se formaron los lagos y lagunas. La vegetación fue llevada por los riós  hacia las partes bajas constituyendo y una especie de alfombra  verde en lo que conocemos como los llano orientales.

Los animales concluída las lluvias salieron en busca de alimentos. Cogían lo que estaba a su alcance: yerbas, animales, muerto y vivos, y así se fueron distribuyendo las especies de acuerdo a su adaptación.

Los árboles, que antes de las tormentas de nieve movía sus ramas y hojas para producir melodías, por acción de la nieve ya no les fue posible hacerlo. De la misma manera, las cosas quedaron inmovilizados. Y desde aquellos días, las cosas y los árboles quedaron estáticos. La música se había acabado. Wayra se había olvidado a medir sus fuerzas.

Desde ese entonces los hombres como los animales se movieron por sí mismos y tuvieron que buscar y producir sus alimentos.

La mayoría de las plantas han sido arrastradas a las partes bajas, quedando solamente algunas especies en las partes altas.

Hoy podemos apreciar las altas montañas sus llanos y sus valles.

Pachakutek Niño al observar la nueva conformación de la tierra sintió una gran alegría y luego volvere al lugar de donde había llegado. Inti, victorioso observa y cuida de nosotros para evitar cualquier acción de Khunu o Wayra u otros que quisieran destruir la vida.