Ser Aymara

Bandera Aymara

Bandera.

En la segunda mitad del silgo pasado, en los años 80. al interior de la Asociación de Comunicadores en Idiomas Nativos de Bolivia, círculos aymara y grupos del Movimiento Katarista, presentamos el documento SER AYMARA, con el objetivo de aportar a la movilización del pueblo aymara. Es posible que la lectura realizada haya contribuido a esclarecer algunos aspectos de pensamiento de las movilizaciones sociales.

Ahora a través de nuestra página lo presentamos nuevamente y esperamos sea también factor de esclarecimiento.

Introducción

Propuesta al pueblo Aymara, es la designación que le hemos dado al presente trabajo, como aporte a la comprensión de nuestra realidad y, quizás, pueda constituirse en factor para dilucidar los planteamientos expresados por las diferentes corrientes u organizaciones políticas dados en el país, en la segunda mitad de este siglo.

La realidad de nuestro país, en el momento en el que nos toca vivir, se la ha calificado de crítica, en periodo de crisis. Crisis económica, agobiada por los déficits presupuestarios, la deuda externa y las dificultades para el crecimiento económico. Inversión de valores, término empleado para señalar factores negativos de comportamiento, como la corrupción, la delincuencia, y, últimamente, en el ámbito internacional el hecho de que nos han comprometido con la drogadicción y sus consecuencias. En el aspecto político, la creación de infinidad de grupos políticos que responden a intereses particulares, personales o de grupículos, cuyas diferencias apenas sí son perceptibles.

Pero, a la par, se desarrollan, también, actitudes positi­vas de iniciativas, creatividad y constructivas. Los mismos, podemos observarlo en el crecimiento económico de sectores sociales diversos de nuestro país; crecimiento que se ostentan y demuestra a través de las festividades que se realizan en el curso del año. Significan la ostentación de poder alcanzados ante la ausencia de otros medios por los cuales expresar la fuerza del pueblo aymara.

Esta realidad, la realidad de nuestro país, entre las crisis y los logros, la vivimos conjuntos sociales diversos, dife­renciados por el ascendiente, por la acumulación, por la estructuración social, con las denominaciones de nacionalidades, ricos, pobres, indios, q’aras, mestizos, blancos, proletarios, burgueses, pequeños burgueses, clases medias, etc. Designaciones propias o atribuidas unos a otros.

El espacio geográfico en el que vivimos es nuestro, es nuestra tierra, nuestro pueblo, del que podemos decir que se remonta a una continuidad de, aproximadamente, tres mil años de antigüedad, como pocos pueblos los hay en la faz del planeta Tierra. Es el pueblo aymara, que a lo largo de su historia ha desarrollado modos de producción propios y realizado construcciones monumentales que al presente son símbolo de nuestras capacidades; así, como que ha tenido que soportar situaciones oprobiosas como la dependencia, la explotación, la pobreza. Pero no ha sido posible que se destruya su esencia, su ser, el SER AYMARA.

Factores de interpretación de nuestra realidad

Toda interpretación de la realidad y las consiguientes propuestas, tienen que, necesariamente, partir de los tradicionales campos filosóficos denominados: el materialismo y el idealismo. Nuestros pueblos, en sus direcciones políticas, en el interior de los conjuntos de familia, de comunidad, de organizaciones sociales, no podían excluirse de esos dos campos, ayer como hoy. Y, más todavía, podemos observar que nuestras interpretaciones del mundo identificadas con algunas de esas corrientes filosóficas (el materialismo y el idealismo) se expresan, cada cual, desde dos puntos de vista: antropológico y cosmológico. Es decir, puntos de vista materialista-antropológico y materialista-cosmológico y puntos de vista idealista-antropológico e idealista- cosmológico.

Los mismos, por las formas de interpretar el mundo y los objetivos que persiguen lo hemos podido definir como sigue:

 

Punto de vista idealista-cosmológico

El punto de vista idealista cosmológico considera el mundo como un todo acabado, determinado por la idea, lo absoluto o Dios, y en el que nosotros somos, solamente, parte con acciones determinadas de antemano. Esta la consideramos totalmente conservadora y de actitud pasiva.

 

Punto de vista idealista antropológico.

El punto de vista idealista antropológico considera que el mundo es, también, como un todo acabado; pero que por lo corrupto de la materia, de tiempo en tiempo, las alteraciones que sufre requieren de ordenamiento; los mismos que tienen que ser vueltos a sus cauces para mantener el equilibrio. Esto es responsabilidad de alguna fuerza que no siempre es propia de nuestro ser, que debe partir de alguna parte o llegar de algún lugar. En esta concepción la pasividad tiene el elemento de la esperanza y la fe de que llegará el día en que el factor de ordenamiento y de arreglo de las situaciones críticas se haga realidad.

 

Punto de vista materialista-cosmológico.

El punto de vista materialista cosmológico señala que el mundo, la materia, siempre ha existido y que tiene que seguir, y seguirá existiendo; que cambia continuamente, se transforma; los mismos, obedecen a leyes determinadas por la materia misma: son las leyes de las evolución. Nuestra conciencia determinada por la materia tiene que adecuarse al proceso evolutivo.

 

El punto de vista materialista antropológico.

El punto de vista materialista antropológico señala que el mundo no es un todo acabado y que si bien la materia determina la conciencia, la práctica social y el conocimiento pueden promover las modificaciones necesarias o transformaciones, pueden ser violentas o pacíficas, mediante una revolución o un ordenamiento gradual.

 

Accionar de las organizaciones politicas

Hemos podido apreciar que las direcciones políticas de nuestro país responden, en lo referente a la práctica a esas cuatro posiciones o puntos de vista de ver el mundo; identificados en la actualidad con los términos de izquierda y derecha y centro-izquierda y centro-derecha..

Para la aplicación de sus concepciones en su accionar político requieren de métodos de interpretación o de conocimiento diferentes. Así, hay posiciones políticas que parten de lo particular a lo general, en forma inductiva; como posiciones que parten de lo general, para llegar a lo particular, en forma deductiva. Hay posiciones políticas que utilizan otros métodos, como la lógica, la dialéctica, el funcionalismo, el estructuralismo.

El uso de métodos diversos para interpretar nuestra realidad, en cierta manera, nos impulsa a expresar nuestro pensamiento en lenguajes técnicos, comprensibles solamente para nuestro uso, razón por la que no es posible la comprensión entre militantes de diferentes corrientes políticas cuando nos intercomunicamos o pretendemos discutir un problema. Por esa razón, consideramos necesario un mínimo de acuerdo en cuanto al uso de determinado método o al menos comprender los métodos usados por nuestros interlocutores cuando hacen sus exposiciones.

La propuesta nuestra, es que en todo lo posible se trate de utilizar un método con el que podamos entendernos, o más o menos comprender, a pesar de las diferencias de concepciones de mundo que podamos tener. Y posiblemente, con un mínimo de elementos que comprendamos mutuamente, si podremos planteamos las soluciones correspondientes a la infinidad de problemas que tenemos y poder avanzar.

 

Nuestra concepción de mundo

 

Consideramos que es necesario señalar una aproximación a una concepción del mundo, al que pretendemos inscribimos o consideramos realidad de nuestro ser; sabemos muy bien que no siempre podemos coincidir con las concepciones de mundo de otros compañeros y cada cual tenemos nuestras propias concepciones; pero el hecho de expresarlo nos permitirá revisar, hacer aclaraciones, modificaciones, correspondientes. Y al mismo tiempo planteamos, consideramos, los elementos necesarios para poder hacer intercambios de opiniones, al menos.

Para el mundo Aymara, para nuestro mundo, para nosotros, la totalidad del Universo es única. La unidad del cosmos como una totalidad entre la materia y el espíritu o la conciencia; unidad entre el hombre (especie: varón y mujer) y la naturaleza unidad que puede ser modificada o es modificada por la evolución, a la vez que puede modificarse por la práctica social y el conocimiento.

Así, interpretan nuestros sabios, los yatiris, los filósofos aymaras: indicando que el macrocosmos, lo que se denomina el universo exterior no es ajena a nuestra realidad, y en ella se pueden producir fenómenos diversos que se orientan hacia el microcosmos: el universo interior, nuestro ser como unidad individual, nuestra tierra y nuestro propio ser expresado en nuestra conciencia; como también, pueden ser orientados más al exterior, hacia el infinito; es decir, es una constante modificación y constante producción de fenómenos o repetición de los mismos infinidad de veces, en una interrelación entre el macrocosmos y el microcosmos. El macrocosmos como el microcosmos sin limitaciones en el tiempo y en el espacio, constituyendo una unidad.

Nuestros sabios nos explican, y quizás, entre nosotros mismos, más de uno se ha sorprendido por la forma de concebir el mundo; por ejemplo, la vida de cualquier persona puede ser cambiada, mediante procedimientos conocidos y de larga experiencia, transmitidos de generación en generación entre los sabios aymaras. Así se procede a cambiar la suerte de un moribundo a través de otro ser vivo, que generalmente es un animal, puede ser una planta, y, algunas veces, puede ser también otra persona; pese a los conceptos de ética y de valoraciones que pueden observamos personalidades ajenas a nuestra cultura, ello nos demuestra de que la realidad circundante puede ser cambiada, modificada y que nada es eterno. Esta actitud responde, consideramos, a una concepción de mundo que se puede calificar como materialista antropológica; es decir, señala: que el mundo en que estamos viviendo puede ser modificado por nuestra práctica social y por el conocimiento. Señalan que el estado en que se halla una persona no siempre es eterna, ello puede ser modificado en el sentido de desarrollo como en el de involución. Estas concepciones básicas han sido calificada como mágicas por mentalidades ajenas a nuestro ser.

Este es nuestro criterio, lo que queremos expresar, y señalamos que nuestro punto de vista, corresponde a lo que denominamos concepción materialista-antropológica. Que el mundo en que vivimos podemos cambiarlo, nuestra plena participación y nuestra práctica social pueden modificar el mundo hacia el desarrollo o a la involución.

Estas nuestras concepciones, como lo hemos anotado, muchos autores califican de mágica, con cargas despec­tivas; aun así lo han expresado personalidades que pretenden corresponder a nuestra cultura, a nuestra nación o autores que han indicado que observan el mayor respeto hacia nuestra cultura.

Así, por ejemplo, nos han referido las expresiones de don Rodolfo Kuchs, autor de «América Profunda» (tratado sobre el pensamiento filosófico de las culturas andinas y de América), el mismo que con toda su familia de visita al Santuario de Copacabana, pueblo ubicado a orillas del Lago Titicaca, de tradición precolombina en el que se rinde culto a la Mamita de Copacabana, la que en un proceso de simbiosis ha generado un sincretismo entre lo andino y los cristiano (Mamita de Copacabana y Virgen Mana), habría recibido las advertencias de un sacerdote aymara, yatiri, al que se había aproximado para obtener datos para sus investigaciones; después de las consultas hechas, el yatiri le habría expresado que el viaje de retomo sería dificultoso o peligroso. El señor Kuchs, filósofo argentino, según expresión del mismo, no pudo aguantarse una sonrisa de incredulidad. Una vez de retomo, realmente la vuelta se le hizo dificultosa. Entonces, él, con su sapiencia, ha estructurado un pensamiento: de que aquello que le había anunciado el sacerdote aymara era un acto mágico, pues no podía explicarse de ninguna otra manera.

Nuestro criterio: aquel sacerdote aymara con los elementos de conocimiento fundamentales y necesarios para saber las dificultades señaladas con las que iba a tropezar el señor Kuchs y su familia, las podía repetir muchas veces. Naturalmente, el yatiri, no podía explicar al consultante los factores de sus conocimientos; como ningún profesional explica los métodos que utiliza para hacer un diagnòstico y proponer las soluciones correspondientes, limitándose a expresar los resultados de su análisis; además, de que el juicio de incredulidad estaba manifiesto en el consultante.

Este nuestro juicio, posiblemente, muchos lo tomen de esa manera, con la manifiesta incredulidad de que es imposible que esas personas tengan sus métodos propios de interpretación y elementos necesarios para ofrecer diagnósticos y propuestas de soluciones.

Lo mismo, podemos decir del médico, del ingeniero, del cientista, cuando nos anuncian el resultado de sus trabajos. Ellos saben de los factores de sus conocimientos, de los métodos de interpretación para sus diagnósticos y atenciones correspondientes. En tanto que un lego en la especialidad supondrá, también, que son actos mágicos. Así, por ejemplo cuando un enfermo ha sido sanado, siempre indica que el que le curo ha sido el médico fulano de tal y muy poca referencia a los medicamentos o procedimientos.

Es verdad, que muchos de los que prestan servicios de atención de la salud u otros carecen de conocimientos básicos y naturalmente que pueden lograr resultados satisfactorios como equivocarse de cabo a rabo. También los hay gente de esa calidad con sendos títulos profesionales, pero, imposibilitados de hacer los menores diagnósticos y menos proponer soluciones. De esa gente lo podemos encontrar en todas la naciones, en todas la culturas.

En base a estos criterios, consideramos necesario, reconocer los contenidos de nuestras concepciones de mundo, reconocer la calidad del desarrollo de la ciencia en nuestros pueblos, precisarlos y, consiguientemente, ubicamos como corresponde. Además, de ubicamos donde nos corresponde o identificarnos con lo que nos corresponde.

Nuestra concepción de mundo y la presente propuesta, la consideramos en la línea de cambios, en la línea revolucionaria, en un proyecto de construir nuestras propias opciones.

 

Nuestro ser

 

Toda propuesta, consideramos que, tiene que identificar la naturaleza, el ser, del conjunto social al que está dirigido. En el caso nuestro la propuesta está dirigida hacia nuestro pueblo y de principio tenemos que acercamos hacia una definición, como todos los pueblos siempre lo han hecho y en la medida que sus respuestas estuvieron orientados hacia el sentido positivo han logrado sus objetivos. Esa definición es saber ¿Qué somos? ¿Dónde nuestra procedencia? y ¿A dónde nos dirigimos?

 

¿Qué somos?

 

En la actualidad, por las posiciones que ocupamos en las estructuras sociales de nuestro país, recibimos diferentes designaciones. Pero, nuestro ser es único y uno solamente.

Nuestra designación, nuestro nombre, no puede haber sido dejado al capricho de una situación dada, a un momento fortuito, o a la actitud de inventiva de alguna que otra personalidad.

Por tradición, que se pierde en el remoto pasado, nosotros, somos aymara kollanas o kollana aymaras (kullana-aymara). Sobre estas designaciones se ha pretendido diferentes interpretaciones. Así, se ha señalado que el término aymara es una corrupción o evolución de la expresión jaya mara . Y el término Kullana por diversos factores ha sido dejado al olvido o reducido a la situación esotérica o de grupo.

La tradición, la esencia de un pueblo no puede estar reducido a un caso fortuito o al simple registro de parte de pueblos que tienen grafía. Aunque, en cierta manera, el nombre América se debe al registro del nombre del autor de un mapa, el Nombre Bolivia a la voluntad de algunos representantes de la Constituyente de la república. Pero, el nombre aymara es anterior a la instauración del coloniaje; de la misma manera el nombre KULLANA. Así, según publicación trilingüe castrellano-quichua-aymara del catecismo cristiana realizada en Lima, en el año de 1584,

«Doctrina Christiana y catecismo para instrucción de los indios. compuesto por autoridad del concilio,… el aflo 1583.Y por la misma traducida en las lenguas generales de este Reyno, Quichua, y Aymara». (Negreado nuestro).

Se anota Reyno Aymara a los hablantes de la lengua aymara y continúa

«Impreso en la ciudad de los Reyes, por Ricardo Primero. Impreso en estos Reynos del Piru»

En la parte, anotaciones generales de la lengua aymara dice:

«…y así se procuró usar de vocablos generales entendidos de quasi todos los aymaraes, y de lenguaje acomodado a las más naciones que usan esta lengua Aymara…»

En el capítulo de Vocabulario se anota:

A significa los aymaras del Cuzco. C. carágas…

De lo que podemos inferir que la designación de Aymara es de tiempos muchas más lejanos a los cronistas del siglo XVI.

De la misma manera, en el año de 1612, se publica el «Vocabulario de la lengua Aymara» del P. Ludovico Bertonio, quien en el léxico no coloca la palabra aymara ni su significado. Pero, en la introducción anota:

«A los sacerdotes y curas dé la nación Aymara, Ludovico Bertonio desea salud, y paz en el sefior».

Coloca Nación Aymara con letras mayúsculas, y continúa:

«…porque la nación Aymara aunque es entendida en varias, y diversas Provincias…». «…, y particularmente de la nación Aymara; sin estudiar otra lengua hemos predicado a muchos millares de Indios…».

En los dos apartados utiliza el concepto de nación aymara con dos sentidos, en el primero refiriéndose a la lengua aymara y en el segundo a la nación aymara propiamente.. Y sigue:

«Luego uno que sabe bien la lengua de alguna provincia Aymara, especialmente de la Provincia Lupaca, sabrá sin falta toda la nación aymara…»

Los documentos escritos a los que podemos acudir, solamente, corresponden a los realizados por los cronistas y traductores de catecismos de los siglos XV, XVI y XVII. – En ellos son bien claras la alusión del ser de nuestro pueblo, el de AYMARA, como Reyno Aymara o como Nación Aymara.

La otra designación, la de Kollasuyo, es la expresión incaica referida a los hablantes del sur del Cuzco, que en realidad habría sido la de KULLANA SUYU o KULLANANA SIJYU, que los cronistas han registrado como Collasuyo o Collao.

El concepto de Kullasuyu (Kollasuyo) tiene contenido de elevada jerarquía; es el centro político de la organización social de la estructura de la sociedad o nación aymara o del AYLLU. El ayllu como estructura básica de la organización del Pueblo Aymara está ubicado en un espacio geográfico, con población determinada, y tiene un centro administrativo; ese centro administrativo político- económico-religioso lleva el nombre de KULLANA (Kollana). Cada ayllu tiene su Kollana

Según lo registrado por el Vocabulario de la Lengua Aymara de Ludovico Bertonio, el término Kullana (Collana) tiene los significados de Excelente, cosa prima, el primero, jornalero, divino, ante todas las cosas primeramente.

El término aymara no es menos y, podemos deducir que, tiene como significado: el de siempre, eterno, grande.

Don Rigoberto Paredes, en su estudio «El Kollasuyo» anota:

«En medio de aquel desconcierto de la civilización implantada por los kollanas, lo único que permaneció incólume fue la lengua enseñada por estos y alguno de sus monumentos. En efecto, esa lengua llamada después aymara, se conservó, casi en primitiva pureza, sin adulterarse, a pesar de las continuas invaciones de gentes extrañas y del roce con estas. También quedó el nombre Kolla, para designar la raza con la que había constituido aquel vasto imperio. Exaltada por los suyos la casta de los kollanas, hasta lo sublime, su nombre se hizo sinónimo de divino y kollana se llamó siempre al hombre superior, al soberano, o a la comunidad principal y cabeza de un pueblo o circunscripción territorial».

Por todo lo anotado, podemos deducir que el nombre o designación que tiene nuestro pueblo, con los términos de Kollana y/o Aymara se debe a su grandioso pasado histórico y a las características propias de su grandeza y capacidad que no ha podido ser hechada abajo por el sistema colonial, habiendo mantenido su ser y que hoy está en un franco proceso de recuperación. Según se puede apreciar, esta parte del continente, el espacio geográfico de desarrollo de la nación Aymara, tuvo la designación de Kullanana Aymara, Kullanana marka; los quechuas le han designado con Kullanan Suyu; los españoles han registrado como Collasuyo o Collao. Así anota el cronista Pedro Cieza de León:

«… y los naturales de Chaquito en el Collao…». «…se levantó en la provincia del Collao un señor valentísimo llamado Zapana,…»

Y sigue:

«… determinó ir a Collasuyo, que son las provincias que caen a la parte del Austro de la ciudad, porque tuvo aviso que los descendientes de Zapana, que señoreaban la parte de Atuncollao, eran ya muy poderosos y estaban tan soberbios que hacían junta de gente para venir sobre el Cuzco;… vinieron al Cuzco embajadores de la provincia del Collao…el señorío de Hatun Collao…y que en el Collao uno sólo fuese el Señor… él saldría con brevedad del Cuzco para ver las tierras del Collao,…». «…pensaba él fácilmente hacerse señor del Collao:…»

Por el momento no tenemos otros documentos, pero consideramos que es suficiente, básicamente, lo que hemos anotado.

Volvemos a repetir, nosotros, los que habitamos esta parte del planeta TIERRA somos Aymarás Kollanas o Kollanas Aymarás y como Aymarás Kollanas estamos en la obligación de superamos más y más; pues el significado que tiene nuestro nombre lo exige así; también debemos orientarnos hacia el futuro. En un proceso de construcción, con objetivos que podamos cumplirlos y no solo declaraciones.

 

Nuestra procedencia.

 

El ser humano es el producto de un largo proceso de transformación o evolución. Los antecedentes se remontan a aproximadamente 37 millones de años:

“Los homínidos aparecen, a su vez, como el resultado de la evolución de seres antropoides ya presentes hace unos 37 millones de años como el pequeño Pliopithecus… hace unos cinco millones de años… abandonaron el hábito de colgarse de los árboles… utilizaron los brazos para andar en grupo y… adoptaron una postura vertical… hace un millón de años, conocían el uso del fuego y fabricó la primera hacha de mano” (Federico Kauffmann Doig: Manual de Arqueología peruana).

Sobre el origen del hombre americano, los datos que se tienen indican que es fruto de las migraciones. Una de las primeras migraciones se habría producido hace 40 mil años atrás, pasando por el estrecho de Bering desde el Asia a la América; posteriormente se ha producido otras migraciones por otras rutas con los que se han ido poblando estas tierras.

“Las inmigraciones hacia América se efectúan durante los lapsos en que América y Asia estuvieron unidos en la zona de Bering, debido a que el nivel marino era en unos 60 m. más bajo que el actual. En los últimos 50 mil años fueron por los menos dos los lapsos, prolongados, que permitieron el paso de hombres y animales: entre los 40 y 50 mil años, y entre los 10 y 28 mil años; desde hace 10 años Bering fue inundado. Pero en los últimos lapsos, por espacio de unos diez mil años, glaciares de más de mil metros de espesor cerrarón la probabilidad del tránsito” (Kauffmann, cit.)

En nuestro país, la actual Bolivia, se ha encontrado yacimientos arqueológicos de una de las más antiguas poblaciones, correspondiente a lo que se denomina Cultura Vizcachanense, cuya antigüedad se estima entre 25 mil y 15 años.

Los datos arqueológicos sobre la continuidad del pueblo aymara, los antecedentes de nuestro pueblo, hasta el presente, se remontan a 3 mil años, principiando con la expresión Wankarani (año 1.200 A.n.e.), posteriormente Chiripa (600 años A.n.e.), le sigue Tiwanaku (150 A.n.e. al 1.200 D.C.):

“El periodo de cultura formativas que constituye el germen de la alta cultura en el país, se extiende desde 1200 antes de Cristo hasta el 133 después de Cristo… En el territorio boliviano hay que distinguir tres culturas pertenecientes al horizonte formativo. Chiripa, Wankarani y Tiwanacu, a las que habría que añadir la cultura Tarija Inciso y la cultura Lípez Inciso” (Ismael Montes de Oca: Geografía y recursos naturales de Bolivia)

Más después, tenemos los denominativos de Reynos Collas o Aymarás (1150 al 1.450), Collasuyo o Collao (1.450 al 1500). Charcas y Alto Perú (1.540 al 1825). Y Bolivia (1825 al presente).

Las investigaciones arqueológicas, posiblemente nos remonte a tiempos más remotos, pero en lo que se refiere a nuestra ascendencia es ya bastante larga y de gran riqueza. Ello lo podemos observar en las construcciones líticas o pétreas y arquitectónicas, la metalurgia, la alfarería, los textiles, la lengua, la organización social y mucho más a través de los mitos y leyendas.

Las diferentes posiciones políticas nos han atribuido diferentes ascendencias con las designaciones de precolombinos, indios, indígenas, altoperuanos, bolivianos, mestizos, criollos, sambos, etc.; cada una de esas posiciones políticas han presentado dos campos opuestos: los que se consideran del más puro origen americano y los que se consideran de la más pura sangre española (los españoles tuvieron un proceso de mestizaje con los arabes en más de seis siglos).

Pretender cualquiera de los extremos, consideramos que no es objetivo, y antes que favorecer daña la movilización social que se están gestando.

Lo más que podemos decir, es que somos Aymara Kollanas y que nuestra formación se remonta a tres mil años de antigüedad, que nuestra procedencia es la de la formación de los habitantes de estos ámbitos geográficos, y que por acción del tiempo, nos hemos constituido en propietarios de estos espacios generando la energía totalizadora o globalizadora de nuestro ser para un comportamiento en relación a estos espacios geográficos y de los conjuntos sociales constituidos. Los que habitamos estos espacios geográficos estamos imbuídos del espíritu del Ande, Y, todo aquel que llega a nuestro país, a nuestros espacios geográficos, puede quedar embelesado por la belleza de la tierra, por las amplitudes del espacio, por los diferentes pisos ecológicos en el que nos desenvolvemos y por nuestras propias capacidades, Ese embelesamiento, se puede constituir en factor de influencia e identificación con nuestras realidades.

En el Ande, se puede observar que se ha conjuncionado infinidad de energías, las mismas que han producido nuestra forma de ser. Físicamente, somos capaces de aprovechar el poco oxígeno que absorbemos y poder vivir entre los 155 msnm. (Trinidad) y 3.977 msnm. (Potosí) (Capitales de departamento con rango de ciudades) adaptados sin mayores problemas. En las Guerras del Acre y del Chaco se ha movilizado gente de entre 3.500 a 4.000 msnm. hacia los llanos de no más de 400 msnm. En las guerras de la Independencia, la consolidación de la República y la Guerra del Pacifico, también se ha movilizado la gente desde los llanos para subir hasta los 4.000 msnm.

Los nombres de muchas poblaciones con origen aymara nos demuestran de esa gran capacidad de adaptación y movilización al que tenemos aptitud. Más aún, en estas últimas décadas, las migraciones hacia las zonas tropicales (zonas de colonización) ha sido significativo; en las que, además, se está generando riqueza, lo cual prueba, una vez más nuestras aptitudes.

En la generalidad, el ser humano, ha desarrollado formas de vida nómadas y sedentarias, modos de producción, relaciones de producción, formas de distribuir sus productos, generación y acumulación de riqueza y, consiguientemente, una superestructura para fortalecer los sistemas desarrollados. De la misma manera el pueblo aymara, como ya lo hemos señalado a la estructura o base desarrollada ha diseñado una superestructura, Que si bien, en ciertas etapas, no ha podido responder a los requerimientos de la población, ha sido causa de conversión a situaciones de dependencia. Pero, al mismo tiempo, en proyección de reestructuración del propio ser.

 

¿Hacia dónde vamos?

 

Hemos podido aproximarnos hacia nuestro ser, determinar nuestra procedencia, nuestra esencia, y éstas sólo pueden mantenerse con una clara designación, con un nombre. Ese nombre tiene que ser propio y no librado a la suerte o el capricho de alguna o algunas personas o al simple registro gráfico de escritura. Pues, tenemos un nombre, un nombre propio, una designación con contenido, con tradición, con historia, con significado, como ya lo anotamos, ese nombre, lo volvemos a repetir, es el de Aymara Kollanas o Kollana Aymarás

Sobre nuestra forma de pensar, sobre la forma de concebir nuestra esencia, de nuestra concepción del mundo, deben haber disensiones; es correcto que haya disensiones, pero las mismas deben de tener base firme, con método y expresarlas con altura, con el respeto que todos nos merecemos. Además, quienes tienen diferencias deben de estar llanos a las discusiones; como la presente propuesta que no significa un todo acabado, que no es la última palabra pero consideramos que puede ser base de nuestras futuras discusiones y de definiciones sobre nuestra propia esencia. Solo de esta manera estaremos seguros de nuestras proyecciones, de la dirección que le imprimamos a nuestro ser.

Los Aymara Kollanas, como cualquier otro pueblo del orbe, tenemos conciencia de nuestra procedencia, de nuestra ascendencia y, debemos señalar con orgullo, que se remonta a más de tres mil años de antigüedad, tiempo de vida de este pueblo, como los hay pocos en nuestro planeta y estamos orgullosos de ello, porque al igual que otros pueblos con muchos años de antigüedad, podemos expresar que también somos pueblo escogido de Dios. Solamente de esa manera se puede concebir que nuestro pueblo tenga vigencia pese a la serie de presiones que ha tenido o tuvo que soportar, especialmente en los cinco últimos siglos. Y, en nuestro tiempo, en lugar de disminuir nuestra fuerza se fortalece, es la expresión de un pueblo en renacimiento, una movilización social con el propio ser. Los Aymarás Kollanas somos uno, único, y estamos presentes y fuertes.

La dirección que tenemos en nuestro proceso histórico, las proyecciones que nos damos dependerá del diagnóstico que hagamos de nuestra realidad en relación a nuestro ser y nuestras ascendencia y del método de interpretación que utilicemos.

Así, los procesos revolucionarios de los pueblos se han lanzado en base a un pleno conocimiento de su realidad y desarrollado objetivos que pueden ser realizados. Esos procesos revolucionarios, en más de un millón de años, deben ser cientos. Entre los conocidos podemos señalar, en nuestro mundo lo de Manco Kapax (Mallku Qhapax) con la estructuración de lo que conocemos como Imperio Incaico (siglo XII). La de la Guerra de la Independencia (Primer cuarto del siglo XIX) y la Revolución Nacional (Segunda mitad del siglo XX). En el ámbito mundial, se pueden señalar en Egipto (2.500 a.c.n.e.). La estructuración del cristianismo y el derrumbamiento del esclavismo clásico (Siglos I-XIV). La Revolución Industrial (Siglo XV). La Revolución Francesa (Fines del siglo XVIII), Revolución Rusa (Principios del presente siglo). En la segunda mitad de este siglo los procesos de movilizaciones sociales y descolonización en muchos países, los más significativos: Egipto, Cuba, Viet Nam, Afganistán, Nicaragua, etc.

Como ejemplo, podemos indicar que todas las proposiciones políticas tienen, necesariamente, una dirección, un objetivo que lograr, en base a la realidad en la que participan y los métodos de interpretación que utilizan. Asi, se anota en el ya famoso Manifiesto Comunista expresado a mediados del pasado siglo, en la vieja Europa:

«Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder como no sean sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar» Carlos Marx y Federico Engels: Manifiesto del partido Comunista).

Y como tenemos conocimiento, históricamente, los comunistas han logrado estructurar las naciones que se conocen como democracias populares o socialistas. Aunque en estos últimos años, los sistemas de fuerza que sustentaban posiciones políticas dentro del sistema socialista se han tumbado, como barridos por el viento, aparentemente en un proceso de involución hacia el sistema superado por ellos. El mismo merece nuestro pronunciamiento y podemos señalar que los cambios operados se deben a los sistemas de fuerza implementados; pero, sus proyecciones no necesariamente significan una involución, sino desarrollar modos de producción superiores.

Los movimientos anticolonialistas que se realizaron en los dos últimos siglos, tienen como propuesta fundamental: el gobierno propio, gobierno por cuenta propia; en cierta manera, podemos decir, autonomía de gestión, y eso se ha logrado, pero los intereses de grupos poderosos en las naciones formadas como producto de la lucha anticolonial, no ha permitido la total independencia. En la mayoría de los casos, solamente han sido cambios de guardia, en algunos casos las dependencias han sido más acentuadas.

En el presente medio último siglo, las proposiciones en boga son las luchas de liberación nacional, como formas de expresión frente al colonialismo y al neocolonialismo; sus resultados como se ha podido observar, más están en función de las grandes potencias mundiales, constituyéndose los pueblos que luchan por su liberación nacional en campos de ensayo de instrumentos de destrucción (armas). En Bolivia la Guerra del Chaco, en Europa la Guerra Civil española (España es uno de los países más pobres de Europa) han sido la antesala de la Segunda Guerra Mundial, en Africa los movimientos independencistas, en El Asia, la Guerra del Viet Nam, la guerra de los afganistanos, la guerra de los árabes y los judíos, en fin cientos de pequeños pueblos que tiene que comprar armas y experimentar sus eficacias en función de los fabricantes de los instrumentos de destrucción y muerte.

En la Guerra del Chaco (Bolivia con Paraguay; se han sacrificado 50.000 jóvenes vidas de parte de los bolivianos y otros tantos de los paraguayos), se han experimentado los morteros Vicker, los que no siempre disparaban hacia el objetivo apuntado. Últimamente, en Panamá, según las informaciones periodisticas se habría puesto en experimentación el «avión invisible» de los Estados Unidos.

En nuestro país, en los tres últimos siglos se han dado pro­cesos de movilizaciones importantes: las movilizaciones del siglo XVIII, encabezados por Tupaj Amaru, Tomás, Nicolás y Dámaso Katari, Tupaj Katari (Julián Apaza). En el siglo XIX, las movilizaciones de la Guerra de la Independencia, las movilizaciones de la consolidación de la república, las guerras de la Confederación Peruano-boliviana, la Guerra del Pacífico, las movilizaciones aymaras de los Willkas y el más grande el de Zarate, el temible Willka; las movilizaciones de los Avas (Guerra de la Chiriguania declarada por el Ejercito boliviano contra los Avas). En el presente siglo las movilizaciones por la defensa del espacio territorial: guerras del Acre y del Chaco, movilizaciones por las reivindicaciones sociales: los movimientos indigenales, la luchas de los obreros, la Revolución Nacional.

Sobre las movilizaciones del Siglo XVIII (Tupaj Amaru, los hermanos Katari y Julián Apaza), anotamos lo siguiente: nuestras interpretaciones giran entre lo que se denomina luchas de liberación nacional y de reestructuración nacional.

 

 

Tupaj Amaru manifiesta y exige el reconocimiento de su rango por parte de la corona española, el de Virrey; comprometiéndose a acatar las disposiciones del Rey de España, (aunque, también, es cierto, este manifiesto es solamente de carácter estratégico)

Los hermanos Katari, se movilizan para modificar las excesivas tributaciones y el tratamiento que se dispensa a los mitanis (jornaleros de trabajo gratuito) instituido por el sistema colonial) en las minas, los obrajes, y las haciendas o encomiendas.

Tupaj Katari, en cambio, plantea la plena autonomía de la corona española, no solo políticamente, sino desde la base económica; en su movilización una de las primeras medidas es el correspondiente al uso de los productos de la tierra, así por ejemplo, en la vestimenta: el uso de la bayeta; prohibiendo toda importación de textiles y otras especies que no sean necesarios para nosotros. Esta propuesta ha sido interpretada como una acción xenófoba por el sistema colonial y aún hay historiadores que repiten esos planteamientos.

Actualmente, todos los pueblos que han estructurado un gobierno nacional están tratando de implementar sus medios de sustentación en la propia industria, el consumo de su producción y a través de ella generar su propia riqueza. Katari en su programa político, en realidad, tenía planteado una política proteccionista de nuestra industria, nuestras artesanías. Y por tanto, podemos indicar con toda propiedad que el proyecto político de Tupaj Katari estaba orientada en su proyección fundamental a la reconstrucción de lo que fue Tiwanaku., la reconstrucción de la Nación Aymara, con todo lo propio y para nosotros mismos.

Es bien cierto que toda movilización debe tener necesariamente una proyección; proyección que plasme las aspiraciones del conjunto social o conjuntos sociales de un espacio territorial dado. Las proyecciones que se han fijado a través de la historia son las de establecimiento de la democracia, la participación, la estructuración de una nación, la recuperación de espacios territoriales y culturales, la apertura de espacios de mercado para los productos del proponente. Los planteamientos deben proyectarse a un espacio de tiempo significativo, lo que se denomina una utopía. Así, los comunistas se han planteado el fin de la lucha de clases; los cristianos, la vida eterna; los nazis, los mil años de su sistema; distintos pueblos se han planteado la independencia, liberación nacional, reestructuración de la nación, etc. Es decir, entre objetivos inmediatos y mediatos Así, por ejemplo, al plantearse la independencia o una lucha de liberación nacional, consideramos que es un objetivo inmediato y, consiguientemente, surge inmediatamente el cuestionamiento sobre el futuro mediato.

La guerra de la independencia en nuestro país, realizada en las dos primeras décadas del siglo pasado, se ha propuesto la independencia, independencia de la metrópoli colonial, una vez logrado ese objetivo se tuvo que diseñar otro objetivo el de que hacer de nuestro país; pero, ello todavía no estaba propuesto y consiguientemente, la independencia lograda se ha constituido en factor de reproducción del sistema colonial, además de que los propulsores de la independencia, casi todos habían caido; y consiguientemente, nos hemos constituido en más dependientes y en la medida que pasa el tiempo estamos más dependientes, más ligados a grupos internacionales de monopolios y del imperialismo.

 

De igual manera, los planteamientos de liberación nacional, lo consideramos como objetivo inmediato, como algo que se puede realizar, pero luego: ¿Qué? Diseñar nuevos objetivos, en tanto que las fuerzas derrumbadas o adversarias vuelven a reproducir el sistema anterior. Pero las fuerzas participantes en este procesos exigen el diseño, pero si antes no se ha programado o realizado el mismo se puede constituir el logro obtenido en través del proceso de cambios perseguidos.

Reconstrucción o reestructuración se constituyó como fuente de energía para la organización de las grandes movilizaciones de Tupaj Katari, de Zarate Willka, y de muchos otros líderes aymaras-kollana; pero al parecer la generalidad de la población no lo ha entendido así, inclusive en los mandos de dirección política media. Naturalmente, que la concepción de reconstrucción para todo el pueblo, manifiesta por Tupaj Katari, como se puede advertir era muy poco comprendida. Para que se comprendiera el proyecto se tenía que hacer un trabajo titánico. Se requería de una estrategia que permitiera reunir y unificar a todas las fuerzas que, como es corriente, en cierta manera estaban dispersas, y para ello era necesario un justificativo o una motivación inmediata. Esa motivación inmediata estuvo en las formas de la estructura colonial; y consiguientemente, de principio se había planteado dar fin con el sistema colonial, e inmediatamente darse a la tarea de las reconstrucción de Tiwanaku. Este objetivo fue expresado por muchos líderes aymaras en tiempos anteriores a lo de Tupaj Katari, como también después. Así observamos en las movilizaciones de Zarate Willka, las movilizaciones de Jesús de Machaca, las movilizaciones de Chayanta. y muchas otras en el presente siglo.

Tupaj Katari y otros líderes tuvieron que hacer frente a las actitudes divisionistas provocadas por el sistema colonial (periodo colonial y republicano) y de principio, era necesario primero lograr la unidad del pueblo. Esto solamente se podía realizar por medio de una estrategia, por medio de la estructuración de un sistema propio de fuerzas para derribar el sistema colonial; lo cual estaba expresada, fundamentalmente, en los abusos que cometían los beneficiados con ese sistema. La actitud de las movilizaciones, aparentemente, parecía una actitud xenófoba. El sistema colonial lo ha expresado así y ha difundido ese su planteamiento, y esa la razón por la que mucha gente con ascendencia española se alistó en las filas del sistema colonial; así como hubieron gentes que participaron de las movilizaciones del pueblo aymara con plena conciencia de causa.

El sistema colonialista, no ha escatimado sus esfuerzos para mentener su vigencia, actúo con todos sus recursos para desbaratar las movilizaciones emancipatorias, desde la represión por medio de las armas, la represión por la legislación colonial, incluyendo la corrupción; así, por ejemplo, ha provocado que uno de los participantes en las movilizaciones emancipatorias sea el autor de la traición y entrega de Tupaj Katari a sus verdugos, los colonialistas.

En el siglo XIX, la actitud de las autoridades gubernamentales republicanos, frente a Zárate Willka, fueron similares; fue apresado, entregado por sus propios compañeros y finalmente simulando una posibilidad de fuga, le dieron muerte.

La Guerra de la Independencia, como lo anotamos, tenía como objetivo fundamental la autonomía de la metrópoli colonial, aunque también hubo expresiones de una estructuración propia en todos los campos, en esta último posición estuvieron los Comandantes de guerrilleros, pero lamentablemente ellos en su mayoría ya no estuvieron en el nacimiento de la nueva república, y la dependencia no fue rota.

 

Aunque hubo personalidades que estuvieron por la formación de la nueva república con proyecciones propias, las formaciones sociales de los nuevos actores que estaban muy influenciados por el sistema colonial no lo han permitido, las viejas estructuras estaban enraizados profundamente y no han hecho posible los sueños de Simón Bolivar, de Andrés Santa Cruz Calahumana.

En el presente siglo, una de las motivaciones principales de nuestras movilizaciones fue el correspondiente a las usurpaciones de tierras, especialmente en el área altiplánica. De ellas se han hecho diversidad de interpretaciones, las más de las veces reduciéndolas al simple reclamo referido a los abusos, la usurpación de tierras; aun actualmente, las movilizaciones que se realizan se las reduce a simple acciones coyunturales, aún entre nosotros mismos se manifiesta esas actitudes.

Así tenemos las movilizaciones realizadas por el derecho a la tierra en toda la primera mitad de este siglo, sobre lo cual ha sido dictada la Ley de Reforma Agraria en el año de 1953; si bien ello ha significado cambios estructurales en la sociedad boliviana, en buena parte se la considera coyuntural y es así que aún en el presente, después de 37 años, se hacen trámites para el derecho de titulación de propiedad de tierras del que apenas si se ha podido cumplir con el 60 % de los solicitantes. El restante 40 %, a este paso, tendría que esperar 25 años, aproximadamente.

Actualmente, la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia tiene, en propuesta, la denominada Ley Agraria Fundamental; con el objetivo de sustituir a la ley de Reforma Agraria en vigencia. Los criterios sobre la propuesta son diversos, desde los que consideran como la base de solución de todos los problemas hasta los que consideran como simple parche para la vigencia del actual sistema. Nuestro criterio, en el aspecto general, es que en ella se pergueña algo del proyecto fundamental de la reestructuración de nuestro pueblo, lo planteado por muchos líderes aymaras desde el momento mismo en que se dispersó Tiwanaku. El Proyecto de Ley Agraria Fundamental lo consideramos como un medio de promover la discusión en tomo a un proyecto político superior, el de la reestructuración del ser nacional de nuestro pueblo, del ser nacional Aymara Kollana.

Las otras movilizaciones, si bien en principio respondían a las situaciones coyunturales, ellas se constituyeron posteriormente en factores de la toma de conciencia de la realidad en la que vivimos y de medir nuestras capacidades como individuos o como conjuntos sociales. Esas tomas de conciencia en las diferentes movilizaciones sociales han dado como resultado una serie de planteamientos políticos, pero lamentablemente tan diversos que fácilmente pueden llenar todo el espectro de las concepciones políticas que se han dado en el mundo; pese a tal situación ello mismos, consideramos, que es positivo.

Las diferentes posiciones políticas que se han dado, especialmente, en este siglo, en nuestro país tienen las denominaciones de: indigenistas, indianistas, kataristas, nacionalistas, de nacionalismo revolucionario, demócrata cristiano, socialistas, comunistas, etc. Esas posiciones políticas que se han dado señalan en sus programas de principios factores en tomo al cual giran todo su accionar, Casi todos los partidos políticos que se han manifestado en el país tienen por objetivo la independencia de nuestro país; es decir, que reconocen nuestras dependencias sean de orden económico, cultural, político, social, etc.. Asi, el MNR, en el «Manifiesto de Ayopaya» cuyo autor es el Dr. Walter Guevara Arce, señala:

«Bolivia es una nación dependiente como pocas de circunstancias extrañas a su control…».

Los partidos denominados de izquierda basan su accionar en el factor de la dependencia, sobre cuya base estructuran sus propuestas de liberación, de modificar o cambiar el o los sistemas gubernamentales, con el objetivo de, dicen: de construir una nueva sociedad..

 

Nuestro destino

 

Es nuestro cuestionamiento. Todo pueblo, toda individualidad, quiere de su casa que sea lo mejor, Nosotros deseamos lo mejor para nuestro país, pero eso no significa solamente un simple deseo, sino que tenemos que buscar los elementos necesarios para que ese ser mejor se pueda hacer realidad. Pero, en qué consistirá ¿el ser mejores? Para ello, tenemos que definir nuestra proyección. Nuestro país, nuestro pueblo, tiene que solucionar los principales problemas, los problemas de la dependencia, los problemas de nuestra situación crítica, de nuestros modos de ser. Nuestros modos de ser debemos definirlos, y eso consiste en ser nosotros mismos; para ello, de principio tenemos que despojamos de todos los conceptos negativos que nos atribuimos o nos atribuyen. Así, tenemos que quitamos, necesariamente, los conceptos ser pobres, ser oprimidos, ser explotados, ser limosneros, etc

Solamente, despojados de los elementos negativos, consideramos que podremos proyectar nuestro ser aymara hacia un futuro de bienestar, reconstruyendo nuestro ser nacional aymara, recostruyendo nuestra Patria.